TAXI! NO - LITA

Si algun precio tuve que pagar por volver a pisar el Centro de Lima fue el íntegro de mi cartera - felizmente era una con la que no me unía ningún vínculo afectivo - Qué pecado más grande fue ir a parar a la Plaza San Gaytin - un escenario de lo más bizarro - Ahi estaba de lo más fascinada por la nocturnidad medio kitsh medio punk medio dark medio todo. Ya ni me quiero imaginar el asombro mal dibujado en mi rostro. Y digo mal porque era una conjunción de miedo de ñañaras que si quiera alguno de esos personajes pudieran mirarme.

Mi periplo por ese Jirón terminó en una pista de baile con luz amarilla tragos decentes y mucha gente euforica por lanzarse a desmostrar su dancing. Me sente de lo más relax - como nunca en mi vida - Sin una gota de producción: No maquillaje No tacos No chacha ponedor No accesorios No cepillado No nada No - lita. Para un trip de excursión al corazón de la ciudad no hace falta mucho. Yo siempre llevó demás. Craso error.

Indiferente a toda la sarta de remixes de cumbias merengues salsitas y bailes regaeetoneros. Tuve que saltar de mi asiento cuando el DJ se digno a lanzar la tanda ochentosa. Frente al grandisimo espejo pude corrobar mi insania voyeur que creia olvidada. Ahi estaba. Y como no iba a volver ver a nadie ahi: Exhibicionismo para que te quiero. Que te adoro. Deje toda mi semana media complicada. Y la tensión de las 24 horas por 7. No perdono ni los sueños. El stress también dice Presente! ahi.

No sé como termine parafraseando la muerte de un abuelo cuyo último brebaje fue el masato con totales desconocidos. Y según yo hilaba e hilaba cual Penelope mientras no se quien me ensañaba a enamorar. Y un estridente coro: Ole Ole Ole! Me reí hasta terminar arrastrandome - destruida - a mi sitio. Dios que salida para más alucinante. Killer diría yo. Hace nunca que iba tan común y silvestre. Me deje ser simple. Y no lo percibí mal. Sin embargo extrañé ese feeling custodio de complicidad que no habia. Ni ahi ni por los alrededores. Menos mal.


Tic tac tic tac tic !Ay no!
Me despedí sintiéndome parte de un gran dream team. Como en los tiempos de la universidad. Abordé un taxi y despues de improvisar un karaoke insufrible con una canción que prometía las puertas de cielo de par en par. Notamos algo extraño. Muchas llamadas realizó el conductor durante el viaje. Se detuvo en un grifo. Yo hice el ademán que hablaba con mi mamá por el celular - Ahora que lo pienso ¿Qué pretendía con esa seudo llamada? - Luego entró en una calle y hasta ahora recuerdo lo que dijo el chofer: Ay me equivoque, por aqui no hay salida.

Porsupesto que no. Atrasadazos estábamos. Bajaron cuatro tipos de un station wagon. Después de forcejear la puerta. Bajé y le di mi cartera. Mientras que el niño mirandafóbico improvisaba unas técnicas que había leído sabe sólo él en que enciclopedia adelfa. Se hizo el muertito. La del muertito me dejó imperterrita. No solo a mi. Creo que los delincuentes también se quedaron unos segundos consternados. Yo de pie. Y el echado en la pista.

Arrancaron. Solos en una calle oscura. Lo único que queriamos era otro taxi para llegar a casa. Yo bloquear todas mis tarjetas. Él tomar el matecito dulces sueños para que dejara de decir: Daré con ellos Los destruiré Me las pagaran. Lo único que faltaba era que emulando a un conocido personaje salido de las fauces del Centro vocifere: Eso no se le hace a un poeta. No pues, eso no se le hace a nadie, querido.

Ya en mi cama. Con un dolor de cabeza de cuerpo de piernas de todo. Pensaba la locura que fue emprender ese tour. Ya no tengo 20 para alucinar los trips kitshs que planificabámos en la universidad para luego concursar por la mejor crónica. Tampoco tengo lo que tuve a los 22 ni hace pocos meses. ¿Si me senti como la mamá de los pollitos? Si. Lo cual no me gusto. Ni me terminará de gustar. Al menos no a las 2.30 frente a la plaza San Gaytin.

RECUERDOS DE UNA NOCHE CON EL ABUELO Y LA PENELOPE DE LA SELVA