PODIAMOS DECIR A TRISTEZA. POBREZA. CALAMIDAD. DESESPERACIÓN. O SIMPLEMENTE HAITÍ.

Me intrigaba preguntarle todo. Pero, ¿Por dónde empezar? Me dijo: "Mira las fotos". Desde que ocurrió la tragedia del terremoto había visto muchas en los diarios. Lo que queria era que él me contará lo que sus ojos vieron. Lo que su corazón percibió al estar ahi. En medio del dolor. De la destrucción. Me resultaba alucinante que alguien tan cercano a mi hubiera pisado Haití. Recorrido sus calles. Compartido ese completo desarraigo de la vida. Inherente a ese territorio y a su gente. Porque - como compartía con un amigo - esa gente estaba muerta en vida. Esta tragedia les dio la estocada final para que - como en el más espantoso cuento de terror - no quedara casi nada.
En estos últimos días, hemos devorado las imágenes más impactantes del terremoto que acabó con aproximadamente 140 mil vidas y devastó alrededor del 80% de construcciones del país más pobre de América. Haití, que fue una antigua colonia francesa y el segundo país americano en declarar su independencia, parecer haber sido sentenciado por la insanía del dolor. Sumido en una historia de corrupción, dictaduras, asesinatos, y delincuencia, en el 2004, las Naciones Unidas se vieron obligadas a ocupar el lugar a través de los denominados "cascos azules de la ONU", con el fin de resguardar y apoyar a la seguridad del convulsionado país.


A un día de ocurrido el terremoto, un grupo de ministros y altas autoridades militares del Perú deciden viajar a la zona cero, para hacer entrega de ayuda humanitaria. Junto con ellos, también viajaron un grupo de periodistas peruanos. Entre ellos este querido amigo que trabaja conmigo. A quién, tratando de escudriñar en sus emociones, pregunté: ¿A qué huele la muerte? "Tendrías que estar ahi", me respondió. No pregunté más.


No sé cuando se pueda programar un próximo viaje a Haití. Pero quiero ir. La gente que me conoce bien, sabe que yo no soy muy afecta a esas comisiones que implican viajes o grandes despliegues. Pero esta vez es distinto. Resulta como una deuda conmigo. Con mi profesión que no sólo informa sino que además salva vidas. Y puede cambiar la de nosotros mismos.

3 comentarios:
Hay países que nacen sin estrella y Haití es uno de ellos, y lo peor es que no dispone de herramientas para salir del pozo, más allá de una avalancha de solidaridad puntual que se acabará en cuanto se vayan de allí las cámaras y los micrófonos. Nosotros nos iremos, pero los haitianos quedarán. Y mañana, otra cosa ocupará nuestra atención. Suena brutal, pero así es. Ojalá lleguen las ayudas a los que más lo necesitan, pero entiendo que debieran ser continuadas y sostenidas durante algún tiempo y no en forma de fogonazo y después el silencio.
Coincido contigo Domingo, qué terrible las noticias que revelan 120 mil muertos .. Aparte de todo esta avalancha de tragedias, en un artículo de El Mundo, cuestionan la labor de le prensa durante el reporte del desastre .. Súper interesante: http://www.elmundo.es/america/2010/01/22/noticias/1264138528.html
Abrazos de Lunes =)
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