3.02.2006

NUNCA SE DESPIDIO


Si a alguien le debo mi incasable curiosidad por Frida Khalo y su fascinante entorno es a Rebecca Ralli (extremo derecho). En el reportaje "El teatro en los ojos de Rebeca" descubrí la metódica pasión con que estructura un personaje y la devoción con la que se entrega al público en cada puesta en escena. De cabellos largos, cautivadora voz y de mística personalidad, sin saberlo marcó uno de los momentos más prolíficos de mi vida. Encontre gratamente esa foto, donde junto con Teresa Ralli y Alberto Isola escenificaban "Sueños de una tarde dominical". Un rápido recuento por los pasajes más notables de la vida privada de la gran Friducha. Y vaya que esta imagen resulta "el gran hallazgo". En cuestión de segundos hizo mimetizarme en esa fauna universitaria de ideales, metas y desvelos literarios. Hasta hace poco, poquísimo, escribía acerca de la insana carrera por trabajar y no descansar en el intento; pero al evocar a Rebeca pintando, vestida de colores, representando un poco el espíritu de batalla de Khalo y un poco del suyo propio, recuerdo de donde provengo, en que reside mi escencia y adonde me encantaría llegar. Tardes tranquilas, trovando un poco, o lo que ahora llamaría "gitanear", pero jamás olvidandome, como me dijeron ellas, quien era yo.

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