7.24.2006

¿Rara yo?






Hace menos de 2 segundos. Advertí que, si pues, este mundo anda loco. Y con el todos. Existe una canción Everybody wants to rule the world de Tears for Fears. Qué precisa sería encontrarla por ahí. En uno de mis viaje gitanos por el Eka o el Bobo. Cuando las luces de la euforia marcan verde y trasgreden mis principios. Es cuando resurgen las contradicciones. No esto. No aquello. No. No. Y que no. Y siempre circunstancialmente me topo con el ¿Por qué no?. Andaría volando y quizás muy sunshine! Si por cada oportunidad presentada hubiera emprendido el riesgo. Tal vez no sería millonaria, pero no estaría escribiéndoles estos párrafos. Sin embargo, la especie de niñas vintage aún no han muerto. Aquellas que son casi santas recicladas y venidas a este siglo. No siempre harán lo correcto. Felizmente. Pero tampoco serán señaladas por el dedo inquisidor. Refugiadas en curas de sueño. Mostradas cual ejemplo del deber y responsabilidad. Coqueteando con faldas y a lo loco. Mirando tras vitrinas con la llave escondida entre sus artilugios. Escapando de estereotipos. Divagando con aferrarse a uno. Más malos que buenos. Qué manera. Respetuosas de los compromisos indisolubles. Ayer volvieron a mi las ganas de escribir. A pesar de los mil y un eventos catárticos que transitaron por aquí. Decidimos - a propósito de un lomito saltado preparado en las fauces del New York – volver. De pie nuevamente. Con botas de cuero negro. Negligé translúcido. Coppola incluida. Cabello negrísimo. Fuete en mano. Password - Niña Buena. Lista para la temporada de julio. Circos – Domadores – Fieras – Jaurías – y demás. No olvidemos la red por si nos caemos en el intento. No queremos morir so youngers. Y aunque todavía no nos proponemos realizar el triple salto mortal. Preparamos el alma y la ansiedad para cuando ese día toque nuestro camerino. Pensamos deambular por sentimientos interrumpidos y terminamos contemplando una carpa circense con Madame Tormento como anfitriona. No me malinterpretes. Si te digo que no me cobraste lágrima alguna. No me tomes por cuerda. Si confieso que no sentí ganas de mandar al cacho tanto formalismo bobo y aceptar tus condiciones. No me hagas caso. Si te repito hasta el hartazgo “Tenemos obligaciones y compromisos. Debemos ser consecuentes con ellos”. Te espero cuando la fiebre sobrepase los limites. En mi ambiente favorito. Al rojo carmín. Con cortinas de terciopelo guindas. Cerca a la Avenida Esperanza. Con discos de vinilo como preámbulo. Y gritando sobre una mesa. I melt with you! Y por favor. Get me wrong.

1 comentario:

Giancarlo dijo...

Las niñas buenas siempre fueron buenas. Y eso es raro...

Me gusta esa prosa tuya, con sustancia de pasión, con postre de locura.