8.10.2006

365 por 365



Resulta curioso como los instantes del día te desafían. O te marcan pruebas. Sonoras. Visuales. Táctiles. Como si todo lo vivido se concentrará en un mínimo espacio del tiempo. Te catapulta. Vuelas. Golpe seco. Al suelo compañero. Aún en piso alfombrado. Auch! Como Duele. Imágenes que evocan toda una historia. Un breve escalofrío recorre tu cuerpo. Miras por la ventana de claustro de convento. Un sol resplandeciente se aproxima. Imposible derivar ese bajón al clima. Tal vez sea una de las tantas conspiraciones del universo. ¿Un dejavú? No lo creo. Mera repetición vespertina de ideas nocturnas. Mejor. Cuando caminamos por un tramo que ya recorrimos. El pasaje de piedrecitas de colores. Los faroles azul grisáceos. Las banquetas cremas y rústicas. El frío helado que cubría toda la zona. La niebla que escondía todos los secretos. Demasiado tarde. Aquel pasaje ya se precipitó en tu memoria. Y el aroma del mar nuevamente pintará este martes. Catrina, ¿recuerdas el altísimo reloj de pie desvencijado?. Al costado de la pileta sin agua del ángel dormido. Inolvidable. Siempre termino tropezando con aquel precioso armatoste. Debe tener unos cincuenta años. A cuantos no habrá dictado los minutos. Aquellos siempre serán escasos. Insuficientes para prodigar lo intangible. Números y seres. Atrapados aún en el vaivén de las olas. Fusionados lentamente. Y las embarcaciones parecían tan minúsculas de lejos. Cuantas veces quisiste estar asi de distante. Rodeada de puro mar. Con el azul profundo del cielo sobre ti. El perfume de travesías insospechadas en el cabello. Y tus manos gélidas dirigiendo la embarcación a cualquier lado. Bastaba sentarme en mi lugar preferido. Primera fila de la izquierda. Para sentir la sal en mi labios. Gracias Catrina. Ya recuerdo el tradicional farol. Luminaria que deslumbró y aún deslumbra. Vidas Euforias Desatinos Olvidos. En fin ínterin de emociones. Volviendo al infatigable cortometraje de estreno. El desamor insensata pasión. Ahí protagonicé la dicha de verme iluminada. Me sentía una estrella. A media luz sin velas. Solo los rayos de luna. Espectacular como el ondulante ritmo alteraba toda la estructura. Un fuerte suspiro me devolvió la certeza. Después de casi trescientos sesenta y cinco días puedo reafirmarla. Aquí es donde discrepó con muchos. No quiero simplificarme. De que practicidad hablamos. Borraré cualquier vestigio de hacerlo easy. Hoy más que nunca tengo que recordar. Escribir como alumna que no aprendió la lección. No importa el método. A estas alturas. Eso es lo de menos. Repetiré con lápiz en mano. Sobre papel de caligrafía. Una y otra vez. Sin hacer trampas. Trescientas sesenta y cinco veces. Antes mucho antes. Debo buscar el sitio más adecuado. Conjugaré un poco de Brasil. Otro tanto de Venezuela. Quizás una alegoría despierte España. O una brisa superflua me regale Fort Lauderdale. ¿Y si termino en Bangkok?. Jeans raídos. Ballerinas negras con mostacillas. Top Chillout. Despabilada por la novedad del skytrain de la ciudad. Asombrada por las revoltosas polillas. Fascinada por Indra cabalgando en las nubes. Siempre fiel a mi palmeta. Si descubrí mi lugar. Como saberlo Catrina. Tan lejos de mi puertito adorado. Trescientas sesenta y cinco por Trescientas sesenta y cinco. Juro por el dije balcánico de la abuela. Serán suficientes para aprender. Vamos de la mano. Cheers no?. Oh si!!! Aprendimos juntas la lección. ¿Será como canta José María Cano? Olvidar quince mil encantos es mucha sensatez.

2 comentarios:

Giancarlo dijo...

Sí pues. Con justa razón. Para mí es dificil. ¿A quién no? A veces quisiera estar como...Ok. Un ser inanimado. La alfombra de la oficina; la pelota de golf. O su cepillo dental...

Giancarlo dijo...

Acabo de releer tus 365. Excelente. ¿Cómo haces para escribir esas cosas? ¡Dios, (sin ánimo de superlativas comparaciones) si fueras tú Rita, en cuyo caso sería mejor que ella fuese como Tú, te juro que te hubiera secuestrado, eterna doncella, ama de los sueños, para regalarte el perfume de jazmines que tengo oculto en mi mochila blue jean.