11.16.2006

ARDIÓ TROYA

Y se armó la tole tole. Y el edificio estalló en fuego. Y las lenguas del averno le dictaron las palabras. Y el demonio, no precisamente en Prada, se enfundó en un sencilla chompa roja, impecable blusa blanca y antiguos lentes. Escribió a mil. El teclado echaba humo. Y yo no me atrevía a mirar. Mucho menos a hablar. A estas alturas no me sorprendería nada. Un complot. Un asesinato. Un revés de mano. O uno de esos lapsus que nos tenía acostumbrados la protagonista de esta historia. Sin embargo, esos aires de desenfado y rebeldía de cinco décadas, vaya que los llevaba bien. Mírenla si está preciosa. Con labios en rojo carmín, y reflejos entre cano y dorado en el cabello. Su sello característico no se hizo esperar. Música al tope. Al borde de un ataque de ira. Pero dignísima. Que mujer para loca. Arrasando con todo lo que encuentra a su paso. Compadezco a su víctima. Que no se le ocurra cruzarse en su camino. Porque no dudaría en embestirla con la mirada y levantarla con tal furia que su cuerpo quedaría izado encima del pabellón nacional. Sus carcajadas implacables. Serían su mejor venganza. Y ella. Pobre. Con sus aires hippies de niña indefensa. Asumo que en estos momentos la anorexia debe haberla alertado. Correría al baño para tirar al lavabo cada palabra grito desafío e improperio. Cada verdad bien colocada.

Ella que una vez calzó perfectamente en el perfil de psicópata. Cantaba y no dejaba de tararear. Nanana Nananina Naaa. Llevaba la música con verdadera euforia. Como si fuera la ultima vez. Primero fue ella. Luego me deje cautivar por el desenfreno replegado en estas cuatro paredes. Y continue con la tonadita. Finalmente se unió a los coros una voz masculina. De matices infantiles. La intención de otra se eclipsó en un remedo de risa. Ni eso lo hace bien. Dios. Todo aquello. Era como detallarlo. Too much. Hace tanto que no me sentía asi. Quería llorar de risa. De pronto. Como jugando guardo sus papeles cogió su bolso puso un perfume maravilloso en su cuello y le dio off a aquella algarabía de color venganza. Recuerdo a una de mis villanas favoritas Joan Crawford. Que diva para maldita. Aplicaba una tortura psicológica envidiable. Su despiadada locura resulta asombrosa hasta hoy. Creo que esta Señora desbocadamente indomable nada tendría que envidiarle a la Crawford. "No la mearía aunque estuviese ardiendo en llamas" (De Bette Davis a Joan Crawford). Que caraja. Por supuesto que ella ni eso haría.

1 comentario:

Anónimo dijo...

RRORRAAA!! YA TE HE DICHO QUE NO ANDES CONTANDO MI VIDA PRIVADA!!

GENIAL..UNA VEZ MAS..TE QUIERO UN CIELO!

TU MANIS.