Camino al 2008

Sahumaba mi cuarto con mirra o canela, luego pensaba en todo lo que quería alcanzar ese año. Escribía rápidamente en una hoja blanca sin rayas. ¿De dónde saque tantos requisitos? Ciertamente, no lo recuerdo.

Navegando después de mucho, encontré un simpático blog que – inesperadamente - evocó en mí una curiosa costumbre, la cual dejé de lado por motivos que aún no recuerdo, pero si sospecho. Sucede que voy en el afán de buscar alguna idea que condense los mejores propósitos para el próximo año que - ya - tenemos a la vuelta de la esquina. Y es que en estas últimas semanas, la necesidad de buscar alguna pauta que precise el camino correcto para un esplendoroso 2008 se ha convertido en una de mis obsesiones.

Hace poco hallé una irresistible propuesta que ofrecía risas, velas y mar. Mi despedida del 2006 tuvo mucho de eso y no me puedo quejar. El escenario fue una de las playas del sur y los amigos fueron el pretexto ideal para caminar y caminar, encontrarnos frente al mar, respirar aquella fragancia purificadora y desatarte en abrazos cargados de felicidad y buena onda.



Para el cierre de este año, ninguna idea se asoma aún. Las fiestas formales están totalmente descartadas. Por muchos años participe de ellas y los resultados no fueron los más óptimos. Pasarla en familia: no lo creo. Alguna reunión casual, pues no me termina de convencer la idea. ¿Campamentos? Nunca fueron mis fuertes. El visualizarme comiendo en medio de arena o bosque, con guitarras y el sonido espectral de la noche, no es algo que me entusiasme.

Quizá la tensa calma de estos días hilvana los mil y un pretextos para rechazar alguna – no cabe duda - acertada celebración de año nuevo. Sin embargo, fuera de cómo y dónde lo reciba, gracias al hallazgo – que mencionaba al inicio del post – podré retomar una inspiradora tradición que se convierte en el primer paso para lograr todos los propósitos trazados.

INSTRUCCIONES

“Viviré cada día como si fuera el último. Enfrentaré mis miedos. Escribiré más cartas a mis amigos y familia en los EE.UU. Escucharé a mis amigos cuando lo necesiten. Comeré más sano y no iré a Mundo Dulce todos los días”. El anterior fragmento muestra algunas de las intenciones por año nuevo de alumnos americanos que estudian en España y este blog - http://www.aulaele-diario.blogspot.com/- presenta el proyecto orientado a perfeccionar su escritura del español. Aparentemente, nada tendría que ver todo eso conmigo, pero algo muy similar realizaba yo, faltando una hora para las 12 del 01 de enero de cada año.


Primero sahumaba mi cuarto con mirra o canela, luego pensaba en todo lo que quería alcanzar ese año. Escribía rápidamente en una hoja blanca sin rayas todo lo agradecido, lo obtenido y aquello pendiente por alcanzar - ¿De dónde saqué tantos requisitos? Ciertamente, no lo recuerdo - doblaba en cuatro el papel y lo escondía en mi cajón. A la vez que sacaba mi cartita del año anterior y la quemaba pensando en la que acaba de crear.

Parecerá sortilegio de bruja, pero el materializar en lápiz y papel mis objetivos, me hacia clarificarlos y considerarlos como prioritarios. ¿En qué momento me abandonó esta locura de costumbre? ¿Cuándo cambié la certeza por la duda? O ¿En que rincón de mi habitación se escondió todo aquello? Realmente es difícil precisarlo. La respuesta que encuentro es que – afortunadamente - todo lo olvidado es recordado y lo perdido es encontrado. No interesa bajo que apariencia se presente. Lo importante - ahora – es no dejarlo ir.